Gracias al valor de los jóvenes peruanos que lideraron el derrocamiento del gobierno de facto de Manuel Merino, luego de siete días, amanecimos con nuevo presidente de consenso. A Francisco Sagasti, un hombre honesto y sensato, le toca liderar el país en este momento histórico, que nos recuerda el gobierno de transición de Valentín Paniagua 20 años atrás.
Su primer discurso deja claras señales que Francisco Sagasti reconoce su papel acotado pero histórico en nuestro país. Primero, canalizar el dolor y la indignación, saldo de estos días, y hacer justicia, no sólo simbólica sino real. El Estado debe impulsar una investigación seria, garantizar la justicia y el apoyo económico y legal necesario a los jóvenes que están peleando por sus vidas y las secuelas de la represión policial. Segundo, el nuevo gobierno tiene que enrumbarnos a una salida clara y efectiva de la crisis sanitaria en la que estamos. Tercero, el nuevo gabinete debe proseguir y mejorar las políticas de reactivación económica (no se puede rehacer todo en ocho meses), y cuarto, el presidente Sagasti debe conducirnos, sin sobresaltos, a las elecciones de abril.
Estas cuatro tareas que parecen tan acotadas y sencillas, no lo son. Dos son las razones principales. En primer lugar, los congresistas que vacaron a Vizcarra van a seguir buscando cualquier oportunidad para llevar adelante su agenda de intereses particulares, y aun cuando el Tribunal Constitucional delimite la interpretación de la figura de vacancia presidencial, usarán otros instrumentos para poner obstáculos a su gobierno. En segundo lugar, los jóvenes en las calles no van a parar de hacer demandas y estas van a crecer en exigencias que el gobierno de Sagasti no puede resolver en estos ocho meses, como el llamado a una Asamblea Constituyente. Sin embargo, el presidente tiene que ser capaz de canalizar estas demandas de forma empática y efectiva hacia el debate y proceso electoral de abril. Atención, hay aún dos peruanos desaparecidos y, en la medida en que pasen los días sin encontrarlos, es muy probable que se reactive la protesta.
No cabe duda que Francisco Sagasti se ha preparado toda la vida para este momento histórico. Quienes destacan los muchos títulos que tiene para discriminar a otros políticos, no le hacen un favor al presidente. Martha Hildebrandt tenía también muchos títulos. Más que sus títulos, pesarán en esta travesía corta pero histórica, su experiencia para estar alerta y rodearse de personas con compromiso por el servicio público, sus actos de empatía con los jóvenes, y su capacidad de ser pragmático sin ser insensible a las demandas profundas de los peruanos.